viernes, 20 de febrero de 2015

A vueltas con los premios



Sería interesante saber cuál fue el premio o distinción institucional más interesante que recibió Pontevedra a lo largo de varios siglos. Los archivos recogen antiguos, fueros, privilegios y honores que se remontan a la Edad Media, y que produjeron interesantes consecuencias socioeconómicas en su momento.
Andando el tiempo, ya en el siglo XVIII, vemos como nuestros munícipes recurrirán a la inestimable ayuda del ilustrado Padre Sarmiento para que la secular Villa de Pontevedra se convirtiera en toda una “ciudad”. Pero el sabio benedictino ya avisaba que el “desnudo título de ciudad no haze felices las poblaciones pues vemos que las más ciudades de Castilla están más deterioradas que sus villas y aldeas”. Lo cierto es que un siglo después, Pontevedra convertida ya en capital de provincia administrativa alcanzaría en 1835 su ansiado título de “ciudad”.
En nuestros días también contemplamos a nuestros munícipes metidos en una singular competición destinada a conseguir premios y galardones para el municipio, olvidándose dichos gobernantes que en muchos casos tales distinciones, como diría el citado Sarmiento, no “hacen felices las poblaciones”, sobre todo en una época en que nuestra ciudad está sumergida en uno de sus peores momentos económicos con unos inadmisibles niveles de desempleo que solamente pueden generar infelicidad y desesperanza. Así que los intentos por conseguir sacos de galardones, sin apenas trascendencia socioeconómica para los vecinos, solamente pueden quedar reducidos, en estos momentos, a un vulgar juego de chamarileros.
No obstante si nos preguntan por el premio o programa más interesante conseguido por la ciudad en estas últimas décadas, nosotros por la gran trascendencia que produjo en la sociedad nos inclinamos por el célebre plan Urban. En 1996 siendo alcalde Juan Luis Pedrosa se conseguiría nada menos que la Unión Europea financiase a través de una línea que superaba los 1.500 millones de pesetas toda una vasta tarea de proyectos de rehabilitación y mejora de espacios públicos del Centro Histórico como fue la remodelación de la plaza de Abastos, la compra y posterior rehabilitación de edificios como el pazo de Mugartégui, la Casa das Campás o el edificio de Sor Lucía...
De la importancia de aquel reconocimiento, de la dificultad para su consecución da idea el hecho de que en una posterior convocatoria, siendo ya alcalde Lores, hasta los propios socios de su gobierno fueron incapaces de consensuar un programa conjunto de actuaciones con los que convencer a Europa de que éramos merecedores de otro plan Urban.