jueves, 3 de diciembre de 2015

viernes, 6 de marzo de 2015

DIECISEIS AÑOS QUE CAMBIARON PONTEVEDRA




Como el actual alcalde de Pontevedra está próximo a cumplir dieciséis años en el cargo, como todas sus actuaciones son todavía recientes, y seguro que se recuerdan en estos días preelectorales, como esos cuatro mandatos ya son un periodo suficientemente largo que ya permite hacer un balance histórico comparativo con otros anteriores, ¿se acuerda algún pontevedrés de la gestión municipal habida en los dieciséis años que precedieron a  Lores?

Lo primero que hay que advertir es que la ciudad capitalina tuvo tres alcaldes entre 1983 y 1999, con dos mandatos consecutivos de José Rivas Fontán y sendas “legislaturas” de Francisco Cobíán Salgado y de Juan Luis Pedrosa, porque de aquella  los vecinos aun confiaban en la sana alternancia democrática.

Si hacemos un compendio resumido de los principales logros municipales de esos tres regidores, los resultados pueden ser espectaculares, sobre todo si los comparamos con los últimos dieciséis años.

Porque si hay actuaciones políticas que destacaron entre los años ochenta y los noventa del pasado siglo XX esas serían las referidas a los equipamientos públicos y a la planificación urbanística. No nos olvidemos que Rivas Fontán abrió, ahora que el deporte municipal de moda es cerrar las calles, las céntricas vías de Castelao y de Cruz Gallástegui. Que compró y rehabilitó para el municipio el destruido Teatro Principal. Que solucionó el ciclo del agua instalando una planta potabilizadora en Lérez y otra de residuales en Placeres, tras ejecutar también un colector bajo la avenida del Uruguay.

Y se construyó un Matadero en Alba y un Parque de Bomberos en el Vao. Y nos trajo una legión de funcionarios de educación, puesto que durante sus mandatos se levantaron los nuevos institutos de la Xunqueira II, Torrente Ballester y Luis Seoane y aun se renovó totalmente el Sánchez Cantón. Y se levantó un edificio para la UNED en Monteporreiro. Y el viejo Estadio acogió a un moderno Centro de tecnificación Deportiva. Y se cedió un céntrico solar para levantar la Biblioteca pública del Estado. Y se hizo el parking de la Alameda, y después el de Barcelos, y se remodeló la plaza de Galicia. Y se construyeron las únicas Piscinas públicas municipales que son las de Campolongo. Y se levantó la Residencia de la Tercera Edad en ese mismo barrio, cuando en nuestros días se cierra el centenario Asilo. Y se elaboró la obra cumbre de la Pontevedra actual, el Plan General de Ordenación Urbana, que solo recibió el voto en contra del actual alcalde. Y tuvo Rivas la feliz iniciativa de lograr, no sin esfuerzo, a la BRILAT, quizás la mayor empresa del municipio, también con el expreso rechazo del Bloque.

Y se inauguró el puente de Santiago y la avenida de Compostela para darle continuación. Y hubo que gestionar nada menos que el trazado de la autopista por el municipio con un puente sobre la ría. Y para facilitar el acceso a Monteporreiro hubo que desmontar un angosto túnel.

Y después llegó el alcalde Cobián Salgado e inauguró el puente de los Tirantes, ya un símbolo del Concello, y siguió peleando porque Pontevedra se convirtiera en una ciudad universitaria. Y se consiguió el cuartel de San Fernando y la Facultad de Bellas Artes. Y la Escuela Superior de Restauración y la Escuela de Hostelería. Y se hizo un benemérito Catálogo de edificios a conservar en una época de pleno furor constructivo. Y se cubrió el puente de la Barca. Y los empresarios locales se animaron a cubrir también la plaza de toros y a fundar una Televisión local. Y se abrió un hotel de cuatro estrellas como el Galicia Palace. Y se construyó todo un Polígono empresarial en el Campiño, donde hoy trabajan más de 1.200 personas. Y un Puerto deportivo en el Lérez, ahora cegado por el fango.

Y después llegó Juan Luis Pedrosa y siguió trabajando por el Campus. Y se levantaron las facultades de Forestales, la de Ciencias Sociales y la de Fisioterapia. Y una Escuela de Idiomas. Y la ciudad siguió creciendo hacia el este y la Parda, y se cubrió la vía del tren, y se construyó el edificio de los Juzgados. Y se acabó el anillo de la Eiriña. Y se inauguró todo un Auditorio con un magnífico Recinto Ferial. Y se hicieron el parking de la Audiencia y el de los Mirabeles. Y un nuevo Centro de Distribución de Correos. Y cuando ahora comprobamos como en dieciséis años solo se hicieron pancartas contra el nuevo hospital, Pedrosa inauguró los centros de salud de Monteporreiro y de Lérez. Y dejó programado el de A Parda, y reservó un solar en Campolongo para el edificio de la Delegación de  Hacienda.

Y se solucionó el problema de los residuos sólidos adhiriéndose a SOGAMA, clausurando los vertederos del Vao  y del Rapadiño. Y se planificaron los terrenos de la estación de Renfe y se levantó un Albergue de Peregrinos. Y se recuperaron las márgenes del Lérez con el voto en contra del bloque. Y se hizo la Isla de las esculturas y una pasarela metálica sobre el río. Y se consiguió el mayor galardón en la Historia de Pontevedra, el programa URBAN que posibilitó la inversión de cerca de 2.000 millones de pesetas en obras de rehabilitación en la plaza de Abastos, Edificios de Sor Lucía, Mugártegui y Campás…

Como pontevedrés solo espero que el próximo alcalde o alcaldesa de la capital, recupere la senda de aquellos prósperos dieciséis años, que verdaderamente transformaron para mejor nuestra ciudad.

viernes, 20 de febrero de 2015

A vueltas con los premios



Sería interesante saber cuál fue el premio o distinción institucional más interesante que recibió Pontevedra a lo largo de varios siglos. Los archivos recogen antiguos, fueros, privilegios y honores que se remontan a la Edad Media, y que produjeron interesantes consecuencias socioeconómicas en su momento.
Andando el tiempo, ya en el siglo XVIII, vemos como nuestros munícipes recurrirán a la inestimable ayuda del ilustrado Padre Sarmiento para que la secular Villa de Pontevedra se convirtiera en toda una “ciudad”. Pero el sabio benedictino ya avisaba que el “desnudo título de ciudad no haze felices las poblaciones pues vemos que las más ciudades de Castilla están más deterioradas que sus villas y aldeas”. Lo cierto es que un siglo después, Pontevedra convertida ya en capital de provincia administrativa alcanzaría en 1835 su ansiado título de “ciudad”.
En nuestros días también contemplamos a nuestros munícipes metidos en una singular competición destinada a conseguir premios y galardones para el municipio, olvidándose dichos gobernantes que en muchos casos tales distinciones, como diría el citado Sarmiento, no “hacen felices las poblaciones”, sobre todo en una época en que nuestra ciudad está sumergida en uno de sus peores momentos económicos con unos inadmisibles niveles de desempleo que solamente pueden generar infelicidad y desesperanza. Así que los intentos por conseguir sacos de galardones, sin apenas trascendencia socioeconómica para los vecinos, solamente pueden quedar reducidos, en estos momentos, a un vulgar juego de chamarileros.
No obstante si nos preguntan por el premio o programa más interesante conseguido por la ciudad en estas últimas décadas, nosotros por la gran trascendencia que produjo en la sociedad nos inclinamos por el célebre plan Urban. En 1996 siendo alcalde Juan Luis Pedrosa se conseguiría nada menos que la Unión Europea financiase a través de una línea que superaba los 1.500 millones de pesetas toda una vasta tarea de proyectos de rehabilitación y mejora de espacios públicos del Centro Histórico como fue la remodelación de la plaza de Abastos, la compra y posterior rehabilitación de edificios como el pazo de Mugartégui, la Casa das Campás o el edificio de Sor Lucía...
De la importancia de aquel reconocimiento, de la dificultad para su consecución da idea el hecho de que en una posterior convocatoria, siendo ya alcalde Lores, hasta los propios socios de su gobierno fueron incapaces de consensuar un programa conjunto de actuaciones con los que convencer a Europa de que éramos merecedores de otro plan Urban.